APRENDE A DAR ALABANZA





 Cuando algo bueno nos ocurre se produce un estado de gran alegría tal que la visión sobre el mundo que nos rodea se torna positiva. Y es en esos momentos en los que las palabras de agradecimiento salen sin esfuerzo.
¿Recuerdas la vez que pasaste un examen difícil y del que habías estudiado mucho?; ¿Cómo te sentiste?; o ¿cuándo te llamaron para aceptarte en un trabajo que buscaste con ahincó?, ¿Cuáles fueron tus palabras?; te aseguro que fueron expresiones de gozo profundo de júbilo.

Así mismo, todos nosotros fuimos creados para alabar a Dios. Muchos cristianos no saben eso porque erróneamente consideran que la alabanza es un tiempo de canticos durante el servicio en la Iglesia.

Alabar es una expresión de lo profundo de nuestro corazón que exalta, que se sale del interior del ser con gozo. Pueden ser palabras, canticos, escritos, gritos de felicidad, etc.

Dice la Biblia en Salmos 150:6 “¡Que todo lo que respira alabe al Señor!, ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!” (NVI)
Entonces, ¡si usted respira, fue hecho para alabar al Señor!.

Darle alabanza al Señor abre el camino para un avivamiento espiritual, porque hay un corazón que da y que también está dispuesto a recibir
Dios hace las cosas de una manera diferente de como las hace el mundo. Por esa razón, cuando usted se despoja de sus prejuicios y deja que el Espíritu de Dios actúe por medio de su vida tendrá suficientes razones para alabar al Señor.

Incluso cuando las cosas no salgan como lo esperabas, cuando algo repentino ha ocurrido, o cuando los tiempos no son buenos o tienes incertidumbre sobre tu futuro, incluso en esos momentos debes darle alabanza al Señor. ¿Por qué? Te preguntarás, sencillo; porque Él dice que todo el que respire alabe al Señor, es decir, que en estos casos la alabanza es un acto de fe y de obediencia, que traerá beneficios a tu vida, en ese momento y que te prepara para lo nuevo que Dios traerá a tu vida.

Alábalo cuando está orando en su casa, es más, alábalo al salir, al entrar de tu casa, todo el día alaba al Señor. Dele gracias por Jesús, quien merece toda la honra y la gloria por darte salvación y vida eterna; dele gracias por el Espíritu Santo que está operando en ti y manifestando su poder para transformar tu vida.
El Señor nos comanda para que alabemos, entonces es un acto de la voluntad, debes aprenderlo, al principio quizás sea algo extraño, pero con el tiempo será algo natural en tu vida, tanto que otros dirán que eres una persona alegre, llena de gozo, que eres especial, porque en tu rostro hay una expresión de alegría y en tu boca una palabra de fe.


Oremos “Señor, te alabamos, te honramos, te entronamos. Gracias Padre por ser tan bueno con nosotros, por darnos vida, salud, paz. Por ser nuestra esperanza en todo tiempo. Alabado seas en todo el día, por tu bondad, misericordia y por todo lo que haces en nuestras vidas. Señor enséñanos a estar siempre agradecidos, gozosos y con un corazón que te alabe dia y noche, lo pedimos en el Nombre de Jesús, Amén”

Versículo “¡Que todo lo que respira alabe al Señor!, ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!” Salmos 150:6 (NVI)

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